Club del deportista: Asesora, desde Tressis a deportistas de élite.
Colgó las botas hace apenas dos años tras una dilatada carrera para comenzar unas nueva etapa en el mundo de las finanzas: asesora desde la empresa Tressis, a deportistas de élite. Sabe de lo que habla.
"Quizá mi historia no es común a la de la mayoría de los jugadores”. Javier Arizmendi no es un prototipo de futbolista al uso. Durante su época de jugador no abandonó sus estudios y, todavía con las botas puestas, eligió el camino que quería seguir cuando dijera definitivamente adiós a los terrenos de juego. Hoy, desde Tressis, desarrolla su segunda vocación, asesor de inversiones, en la que su conocimiento de las características especiales de sus clientes es fundamental para ganarse su confianza.
Lo primero que te tengo que preguntar es cómo ha acabado un jugador de fútbol metido en el mundo de la gestión de patrimonios.
Quizá mi historia no es común a la de la mayoría de los jugadores. Yo jugaba al fútbol como hobby, llego al Atleti como juvenil y año y medio después debuto en Primera. Me pasó todo muy rápido. Nunca descuidé mis estudios y, una vez concluida mi carrera deportiva, decidí trabajar en el sector financiero, entre otras razones porque, como cliente, experimenté las carencias que las entidades tenían a la hora de facilitar asesoramiento a un colectivo tan especial como el de los deportistas de élite. Y en Tressis encontré la oportunidad de trabajar con mis dos pasiones, el fútbol y las finanzas.
Eres un ejemplo del jugador que profesionaliza su vida fuera del fútbol tras colgar las botas. ¿Te gusta lo que haces?
Sí, por supuesto. Es un mundo que me gusta mucho. Es el trabajo para el cual me he formado. Tienes que entender muy bien la relación que tienen los clientes con el dinero, que en muchos casos es particular y cambiante, conocerles muy bien y tener en cuenta las situaciones personales de cada uno. En mi trabajo se juntan conocimientos técnicos y relaciones humanas, y es apasionante.
Hablas de situaciones que te han sorprendido. ¿Alguna en particular?
En los últimos meses hemos vivido eventos a nivel económico muy fuertes, como el Brexit. Vivir la agitación que se produjo ese día a todos los niveles, las reacciones de los mercados, de las grandes gestoras de fondos de inversión, es sorprendente. También cómo respondimos desde Tressis a esa situación, la agilidad a la hora de asegurar el patrimonio de los clientes, la comunicación constante con ellos... En situaciones así es cuando de verdad ves que estamos aportando el valor que demandan los clientes y el servicio por el cual ellos han confiado y confían en nosotros.
¿Cuál es tu función en Tressis?
Ser la persona de confianza de mis clientes. Percibir las inquietudes del futbolista sobre su patrimonio, que comprendan que si lo optimizan y protegen mediante una adecuada planificación, pueden mantener su nivel de vida cuando se retiren del fútbol. Mi relación con mis nuevos clientes (ex compañeros y rivales) está siendo muy fácil, ya que ellos perciben que el que está al otro lado de la mesa conoce perfectamente sus inquietudes y necesidades.
Qué recuerdos guardas dentro de los terrenos de juego? ¿Cuál fue tu partido más especial?
Recuerdo sobre todo cuando fuimos campeones de la Copa del Rey con el Valencia, en 2009, con Ronald Koeman. Y luego por supuesto, el sueño de todo jugador, debutar con la selección en un estadio como Wembley. Me quedaría con esos dos.
¿Con qué equipo de entre por los que has pasado te quedas? ¿Atlético de Madrid, Deportivo o Valencia?
Es difícil elegir. Cuando te profesionalizas, te cambia la visión de todo. Con el Deportivo de la Coruña llegué a la Selección, y con el Valencia gané la Copa del Rey, pero sin el Atlético de Madrid esas experiencias no habrían sido posibles.
El jugador más especial contra el que has jugado y el estadio más impresionante.
El mejor jugador con el que he jugado ha sido Juan Carlos Valerón. Y como rival, Messi; creo que un jugador como él no se ha visto ni se volverá a ver en la historia. En cuanto al estadio, Wembley con la selección, pero también te diría que la sensación de salir del túnel de vestuarios del Bernabéu, terminar de subir las escaleras que dan al campo, alzar la mirada hacía las gradas y sentir que no tienen fin… es increíble. Eso sí, esos encuentros solo se disfrutan si tienes un equipo para competir contra ellos. De no ser así, se pasa mal. Con el Valencia recuerdo jugar de tú a tú ante todo un Real Madrid y ganar allí con un gol mío. Entonces, ese partido sí que lo disfrutas de verdad.